Libro que se puede leer como una sucesión de parpadeos y que recuerda una sombra tallada con un cincel de flama leve pero punzante. Es el libro de una travesía, de una piedra que se pierde en la distancia impulsada por la tensión libre de una resortera. Es el libro de Makina, la mujer de los mensajes, la mujer que cruza, la mujer que huye, la mujer con los huevos suficientes para subrayar la humillación. En Señales que precederán al fin del mundo, Yuri Herrera teje algo que llega a parecer una sinfonía (aunque quizás se trata más bien de un danzón) y donde las tenazas y los instantes son los metales que dominan. ¿Qué relación, secreta o desvergonzada, sostienen la muerte y el silencio? ¿Entre no saber una lengua y el prurito irreprimible de hablar? El lector hallará en esta brevísima odisea (que se precipita en mise-en-abyme en el canto, zarandeado por el viento, que compartimos los de aquí y los de allá) un libro que anuncia el fin de un mundo que sabemos periclitado, pero al que todavía no renunciamos a volver a sentenciar.
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