jueves, 5 de octubre de 2017

LOS MEJORES TACOS DE HIGH POINT: MI TAQUERÍA 800 Green St., High Point, NC

1. Lírica introducción

Pedidos al 336-883-0110
Con frecuencia he soñado con la cita perfecta: encontrarnos en las Islas de CU y, desde ahí, deambular a paso chiquito hasta el centro de la ciudad; acercarse a Santo Domingo y babosear frente a los aparadores de Calle de la Palma y Madero, empolvarse los dedos sólo por ocio en las librerías  vetustas de Donceles; hacer un breve receso en La Ideal de República de Uruguay para zamparse un choux o un danés de manzana (o caminar hasta Bucareli al café La Habana, ese frecuentado por García Márquez y donde una vez vi sentado, con cara de zonzo profano, a Roberto Bolaño, yo sin saber quién era y que poco le quedaba al rehilete de sus días), y seguirle así, bien agarraditos de la mano, hasta que al rayar la medianoche, el estómago medio vacío, salpicado de cerveza oscura de barril (la del bar Río de la Plata es mi preferida por aguada y barata), llegue el momento de ir a la taquería Los Cocuyos por unos de suadero, chorizo y, acaso, sólo por curiosidad barroca, uno de tripa. Pero las citas perfectas sólo existen en los no-lugares, es decir, en las calles que en este mismo instante no tenemos la oportunidad de caminar (he caminado tanto el centro de la Ciudad de México, que en los últimos tiempos me parecen calles estrechas, pese a la gravedad y a la profundidad de los latidos que retumban desde el centro de la ciudad donde crecí). Y tal vez porque llevo la ciudad adentro, como una geografía empecinada en hacerme recordar mis verdades e íntimos secretos, no es extraño que al rayar la medianoche mi memoria umbilical me haga buscar un rincón para zamparme unos tacos hechos por manos mexicanas. Entonces abro los ojos para reconocer que vivo en un lugar llamado Punto Alto/High Point, un casi no-lugar, donde los tacos saben a México sólo en Mi Taquería, un restaurante mexicano ubicado en una luenga calle que atraviesa desde el centrito de la ciudad, pasando por aserraderos y madererías, hasta perderse en una lontananza pintada de colinas verdes que conducen a más no-lugares: Mi Taquería es el único lugar en Green St.


2. ¡Los mejores tacos de chorizo que he comido en Estados Unidos han sido los de Mi Taquería!

¡Los mejores tacos de chorizo de este país
los encontrará en Mi Taquería!
No es necesario ser aventurero para entrar a Mi Taquería, es un lugar amigable donde el comensal podrá comer los mejores tacos de High Point. Y no sólo porque lo digo yo, este año hubo un Torneo de Tacos en Norte Carolina y la única taquería de High Point que llegó a los octavos de final fue, precisamente, Mi Taquería. El manager del restaurante se llama Don Juan, un señor muy amable oriundo de Unión de Tula, en el estado de Jalisco (a tres horas manejando de Manzanillo). Don Juan fue la primera persona mexicana con la que pude conversar cuando nos mudamos a High Point, hace más de un año, y de inmediato me llamó la atención su historia personal. Nuestras trayectorias han sido similares, porque tras llegar al Gabacho en 1986 (a los 23 años) para reunirse con su esposa, Don Juan ha transcurrido su vida entre California (San Pablo), el Pacific Northwest (Seattle) y ahora Norte Carolina, primero en Winston-Salem (donde abrió un restaurante muy cerca de la pupusería El Cuchifrito) y ahora, desde hace seis años, en High Point. 


3. Autobiografía de Don Juan

Pregúntele a Don Juan
por las especialidades de la casa
Siempre lleva una camisa tipo polo de color amarilla con el logotipo de “Mi Taquería” en el corazón y en la espalda. Es seguidor incondicional de las Chivas del Guadalajara. Tiene dos hijas y un hijo también llamado Juan, que acaba de terminar la carrera de bioquímica en UNC-Chapel Hill. Es evidente que Don Juan está muy orgulloso de su hijo, “ahora trabaja en un laboratorio”, me cuenta Don Juan con un tono serio que denota admiración por el trabajo de su hijo. Su hija mayor, de 27 años, trabaja en un hospital donde gracias a su bilingualismo contribuye como mediadora a mejorar la salud de la comunidad de los hispanohablantes de High Point. Y su hija la menor va a la secundaria, y aunque aún no es el momento para comenzar a pensar en su futuro, Don Juan me pide de favor, así como que no quiere la cosa, “póngale ahí en su reportaje que aquí hay mucha discriminación en contra de los hispanos, tal vez porque Carolina del Norte era una de las primeras colonias, yo no sé, pero aquí todos nos discriminan mucho”. Sin embargo, ni la discriminación ni la lejanía de Unión de Tula hacen que Don Juan desdibuje la sonrisa que todos los días lo acompaña. A la tradicional pregunta, que todo migrante en algún momento tiene que intentar responder, de si un día regresará a “casa”, Don Juan responde, mientras se acomoda la red que le cubre el cabello, “un día, cuando me retire, entonces tal vez sí...”, luego me enseña la fotografía de su casa allá en Unión de Tula, una casa chula de ladrillos rojos con arbolitos flanqueando el frente de la cerca. Luego Don Juan se aleja para atender una de las mesas del fondo, donde dos familias mexicanas platican mientras los niños discuten asuntos infantiles. En el radio se escucha una canción de Valentín Elizalde, en las televisiones jugadores de futbol corren persiguiendo el esférico como chicos de parvulario: se trata de un ambiente familiar y mexicano, el sitio perfecto para que cualquier persona se siente a disfrutar una cerveza clara y una orden de los mejores tacos de High Point. Y si no habla español, do not worry, ¡Don Juan speaks English too!


4. Recomendaciones de la casa: this is a must!

¡El burrito Ponchito!

¡Los domingos hay barbacoa de chivo!

¡Los tacos campechanos y los de alambre harán que regrese por más!

También hay opciones vegetarianas / vegetarian dishes as well


Huarache de cabeza:
¡más que recomendado!

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